Cuando veía pasar a los 200 niños acompañados por el señor mayor de siempre por el gueto, deseaba más que nunca volver a mi infancia para poder estar ahí. Era increíble la alegría que le podían dar a un lugar tan desolado como lo era ese. Con la simpleza del infante y del adulto mayor, quien cree que ya sabe todo, pero que con los niños aprende más que en 10 años de su vida. Esos niños huérfanos que caminaban junto a él cantando. Siempre cantando. Cuando se oían vocecitas sabíamos que eran ellos que habían salido a dar una vuelta. Y podíamos salir “tranquilamente” a la calle a verlos pasar. Janusz Korczak fue un verdadero cuidador, hasta su último suspiro acompañó a los niños de su orfanato, con quienes había fundado su propia República de Niños. Una persona, que desde los momentos donde los nazis querían deshumanizar a todo el que se le cruzase, le regaló a 200 infantes sonrisas, valores y una distracción del horror que sucedía dentro y fuera del Gueto de Varsovia. Korczak...
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