Hoy te escribo a vos, que me dijiste que durmiese más horas cuando sólo tenía cuatro encima.
A vos, que me preparaste el mate y me dejaste hablar de corrido.
También a vos, que siempre me dejaste ir a tu cama de noche, y con tu silencio y mis lágrimas pasábamos largas madrugadas.
A vos, que siempre te mostraste fuerte para que yo sintiese que era el momento para permitirme llorar.
Vos, que supiste no insististe en regar las plantas porque sabías que se venía una tormenta. Y porque me escuchaste relatar la misma canción sin saltearla.
A vos, porque me ayudaste a ser yo cada vez que mi identidad amenazaba con desaparecer.
Porque cuidar es dar sin recibir, es mirar al otro en los momentos donde no está pasando por su mejor noche estrellada.
Gracias mamá, papá, abuelos, amigos y mariposas. Porque sin su cuidado, yo aún sería un barco a la deriva, o quizás, ya hubiese naufragado...
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