Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2022

Chin Chin

"¡¡Chin, chin. Feliz año nuevo!!"Aquel momento tan abrumante en el que tengo que pensar en mis propósitos ...   Hay uno que siempre se repite, y es el de "quiero que nuevos propósitos me encuentren". Quiero empaparme con su magia, y quiero darles un abrazo, y agradecerles porque marcan mis días. ¿Funcionamos sin propósitos? Yo creo que no, es como preguntar si un reloj funciona sin agujas. Después de todo, eso son los propósitos: las agujas del reloj de nuestras vidas, que marcan nuestro sendero, y que se chocan entre sí. Tengo propósitos que quiero lograr sobre ocho ruedas, otros que quiero conseguir con una birome en la mano, y hay otros pocos dispersos por todo el mundo.  Tengo el propósito de amar y de dar bondad. Tengo propósitos que ya logré, y otros que aún no quiero alcanzar porque estoy disfrutando el camino... Estoy hecha de propósitos, de tinta y de moretones. Desayuno agradecimientos y transito momentos. Me encuentro y me pierdo, borro y vuelvo a empezar...

Palomita blanca y palomita gris

 Palomita gris, que llegaste volando con una alita rota, con lágrimas en tus ojos y con un corazón roto y dañado. No me pediste ayuda explícitamente, pero yo al verte ahí, sentada solita, no fue necesaria ni una sola palabra para entender que necesitabas ayuda. No sé si precisamente de mi parte, pero al acercarnos en seguida me aceptaste. Me constaste todo lo que sufrías, y a mí el corazón se me iba partiendo de a poquito. Ahí retomé el propósito por el cual me despierto día a día: ayudar; a vos y a los demás. Pero a diferencia de un par de años atrás, ahora también me quiero ayudar un poquito más. Te prometí que te enseñaría a volar, que curaría tu ala y secaría tus lágrimas. Era mi propósito. Empezamos a pensar soluciones, pero nada parecía funcionar. Hasta que un día te vi llegar con una media sonrisa y se me llenó el alma de alegría. Tu felicidad implicaba la mía, y aunque esto no esté del todo bien, poder ayudar siempre me hizo encontrar mi ecuanimidad. Te caíste del árbol una...

Lupitas

Todo tiene perspectivas. Lo primero que pienso al oír esta palabra es en un trabajo que tuve que hacer para plástica en la primaria, donde tenía que dibujar una casa que se viera a lo lejos en una hoja plana. Creo que esta consigna esta equivocada, pues la perspectiva no siempre es mirar hacia lo lejos, y mucho menos es plana. La perspectiva es una lupa y es un catalejo, es una novela, es una canción, somos nosotros. Nosotros somos perspectiva. Porque podemos mirarnos hacia dentro, hacia afuera y hacia lo lejos. Podemos hacer zoom en aquello que no nos gusta de nosotros, le sacamos una foto pero jamás la publicaríamos, después de todo, ¿a quién le gusta mostrar sus defectos? La perspectiva es necesaria para pensar acerca de lo que está más allá, pensar sobre la otra cara de la moneda, y para poder dar vuelta la hoja y volver a arrancar. Algunos tienen solo una perspectiva, sean grises o azules, no les gusta ver el mundo con otra lupa. A mí, en cambio, me gusta tener un cajón llen...

Dicha

  ¿Hay que agradecer para ser dichosos? Porque yo todas las mañanas agradezco poder sentir(me) un día más; pero no todas las mañanas me siento dichosa. tengo la teoría que la dicha y la gratitud algún día estuvieron juntas, pero hoy ya no. La gratitud es un pájaro libre que alza su vuelo sobre los celestes cielos y los morados atardeceres. A la dicha le gusta esconderse. A veces en las pequeñas cosas, otras en las más grandes. Se suele esconder abajo de la almohada, porque adora aparecer en los sueños, para que al despertar comencemos con otros ánimos, y quizás la encontremos en otro lado. La dicha es permanente en el tiempo, pero inestable en el día a día. Siempre está, sólo hay que ponerse los lentes para ver de cerca y ahí estará. Está entre las hojitas de la yerba del mate, en el Sol de invierno, y en las charlas con budín y con la abuela. La dicha está en compartir con el otro. El descubrir y el descubrirse; porque al fin y al cabo, ¿qué somos sin el otro y sin las etiquetas? ...

Te di mi llave y me pediste mis lágrimas

 ¿Te acordás cuando te pedí la llave de tu corazón para poder entrar y ponerle curitas cuando fuese necesario? Me dijiste que primero te tenía que dar la mía. Lo hice y le dije a la desconfianza y al miedo que se vayan, que no había peligro. Entraste y te quedaste un tiempito, te mostré mis cosas favoritas, como la música y las maripositas. Nunca te volví a pedir tu llave, creí que llegaría sola. En su momento pensé que ya la había recibido, pero cuando quise entrar, las puertas se abrieron por sí solas,  pero no me dejaron dar ni un paso, pues una llama de fuego salió expulsada y me hizo volar por los aires. No me rendí, intenté entrar varias veces más. Pero siempre era la misma respuesta. No te entendía. Llegó un momento en el que ya no quise volver a intentarlo. Los que siempre damos también nos cansamos. Me fui con lágrimas cayendo por mis mejillas. Pero al llegar a mi cama me las limpié y me fui a preparar un té. Y no, Ceratti, no era té para tres, tampoco para dos. Era p...