Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2022

Clicks

He hecho miles de "clicks". Esa acción tan simple de presionar levemente una pantalla o una tecla, que te abre los ojos frente a miles de puertas. Probablemente la primera vez que hice "click" fue cuando di mis primeros pasos. Algo encajó en mi cabeza, y pude hacer unos pequeños movimiento con mis patitas sin caer en el intento. Un acto que cuando era muy chiquita me costaba horrores, y hoy lo tengo tan naturalizado. Otro "click" creo que fue en aquel lejano 2014, cuando comencé a leer. Recuerdo cómo me atrapaban aquellas historias de princesas, y como años más tarde, no muchos, intentaría escribir historias similares a las de ellas. Hay momentos en los que hice "click" usando la mente, por ejemplo, cuando me pregunté por qué la cortina de la ducha se metía para adentro si el agua debía de empujarla hacia afuera--respuesta que obtuve un tiempo después, indagando en un libro que estaba por ahí. Y resulta que era porque el agua formaba una especie ...

Olas de pensamientos

Cuando era más chica, solía contarle mis problemas al mar, también me gustaba cantarle. Hay cosas que recuerdo haberle contado, pero hay otras que se perdieron mar adentro. Había veces en las que sentía que el agua me respondía, ya sea enviándome una ola o algún pequeño cardumen. Por las olas, sentía si el mar estaba o no de acuerdo conmigo, porque si una ola fuerte y grande venía para intentar ahogar mi idea, presentía que la misma había sido rechazada por las entidades del océano. Los días que hacía más frío, solo miraba el mar en busca de respuestas, o rogándole algún que otro deseo que corriera por mi mente. Mis pensamientos solían venir acompañados del ruido de las olas y también de la fresca brisa que traía consigo el cristalino mar azul. El sonido entre las olas y la arena entre los dedos de los pies le traía a la mayoría momentos de tranquilidad; a mí, en cambio, me abría lugar a reflexionar. Me pregunto cuántos de mis deseos me habrá concedido el mar, y cuántos ser...

El amor de una persona

Y se enamoró. Pero no solo de su físico, sino de cómo la trataba. Se sentía querida, se sentía amada. Al recordar cómo todo sucedió se le llenan con lágrimas los ojos, Pues tuvo el valor de expresarle su emoción. Largos besos, interminables abrazos y algunas caricias, Momentos en los que se sentía querida.  “El que se enamora, pierde”, le dijeron una vez, Y perdió. Pero en su perdición, encontró la victoria más hermosa: El amor de una persona.

Estimadas familias: su hijo necesita ir a terapia

Estimadas familias:  por si aún no lo sabían, su hijo adolescente está en una etapa clave en su desarrollo, en el que su salud mental está en la cuerda floja; y no, no es por el celular, o por falta de fe. Hay momentos en los que en serio se encuentra mal. Si él o ella no puede hablar con usted, o lo hizo, y usted le echó la culpa a alguna de las cosas mencionadas anteriormente, re-considerelo, y mande a su hijo a terapia. Y no, no es un lugar “para los locos”, o “para aquellas personas que lo pasaron peor”; terapia es para todos, y ayudará a que su hijo esté mejor. Así que por favor, considérelo.

Soy esto

  Soy mi pelo despeinado por el viento al viajar en auto con la ventanilla abierta, Soy las canciones que bailo sola en mi habitación cuando estoy sola, Soy las frases que subrayo y los personajes con los que me identifico, Soy los trazos de tinta azul sobre un papel blanco un poco garabateado, Soy el desorden de mi pieza por la falta de tiempo, Soy los lugares que recorro y las pinturas cuyas fotografías yacen en mi galería, Soy mis dolores de espalda constantes por pasar tanto tiempo sentada frente a un texto, Soy los dieces y los nueves en mis boletines, Soy la información que mantengo en mi cabeza, Soy un número en un registro civil. Pero pese a todo esto, soy esto, soy Martina. Y con tan solo “ser”, me es más que suficiente.

¿Quién soy?, ¿quién fui?, ¿quién seré?

  ¿Quién sos?, me preguntó un conocido una vez. -Martina-, le respondí. A lo que me respondió: -te pregunté quién eras, no cómo te llamabas-. Y desde ese momento todas las noches me pregunto, ¿quién soy? Es decir, desde que somos pequeños nos encasillan en muchos roles: género, nacionalidad, inteligencia, salud, sexualidad, clase social, entre otros. Pero después de todo, ¿para qué sirven esas etiquetas?, ¿nos hacen más o menos personas?...   O sea, sí, yo soy Martina, hace 14 vueltas al Sol que estoy acá, soy una chica, inteligente para lo que la escuela pide, clase media, patinadora, escritora y lectora. Soy las tonalidades del café esparcidas por mis ojos y mi pelo, soy sonrisa, soy momentos. ¿Soy algo más?, ¿Para qué me sirve ser todo esto?, ¿soy más o menos persona si no cumplo cierto estereotipo? La mayoría diría que no, pero, ¿realmente creemos eso?, ¿o lo decimos para quedar bien frente a las nuevas ideologías de la sociedad?. ¿Pero qué no soy?, ¿Qué es “ no ser ”...

Estoy acá

Mensaje, llamada, ¿cómo estás?, aconsejar. El ciclo que se repite tantas veces esos oscuros días de madrugada. Expectante a una respuesta, sin saber si la otra persona cometió alguna locura o no. Rezar, estresarte, ¡pero mantente en calma!, pues a la otra persona así no la vas a ayudar. No llores, no te estreses, no opines, escucha y aconseja, la salud mental de la otra persona es tu responsabilidad. Vamos, escríbele, ¿y si no está bien?, ¿y que tal si cometió alguna locura?. ¡Pero tampoco sobre pienses, que así no la vas a ayudar! No interesa si tu estas mal, pues la salud de la otra persona es tu prioridad. No eres médico o profesional, pero al ser su amigo la debes ayudar. Silencio; escúchala llorar, ya verás como todo pasará. Y aunque tu pidas ayuda por ella, siempre te dirán, “ya se le va a pasar” o, “son cosas de la edad”. Pero autolesionarse, no querer comer, tener ataques de ansiedad, ¿son realmente “cosas de la edad”? ¿O simplemente son temas que con los ...

Aunque no me veas, te sigo amando

  Lo habíamos logrado, al fin estábamos caminando hacia el altar. Al momento de los votos le dije: -No sé si siempre supe que llegaríamos a este momento, creí que sería un romance adolescente como se ven en las películas, pero bueno, aquí estamos ¿no?; son muy curiosas las vueltas de la vida, y cómo de repente te percatas que es un círculo, y todo está conectado entre sí. Estábamos destinados a estar juntos, y si no lo estábamos decidimos cambiar los planes del destino. Éramos jóvenes- solté una pequeña risa-nunca había experimentado esa sensación con alguien más, era mi primer, y único, amor. Éramos más jóvenes que ahora, y sinceramente era un poco vergonzoso, estaba tan perdidamente enamorado de ti, que te escribía cartas todas las noches, algunas de ellas te leí esa noche que cenamos a esa bella luz de la luna, que los poetas suelen hacer alusión a ella y su hermosura, y luego subimos al techo para ver las estrellas, todas se parecían entre sí, pero la única y diferente eras t...

¿Ya me transformé en mariposa?

Para la mayoría de las personas cambié mucho, por ejemplo, para el médico, que siempre que por alguna u otra razón acabo en su consultorio, me dice que cambié mucho con respecto a la última vez que me vió. Pero, ¿qué cambió?, me siento igual, ¿o no?. Mis ojos, mi pelo y mi cuerpo–aunque este último sufre de cambios—, son siempre siempre los mismos, así que,  ¿en qué cambié? Hasta donde yo sé, los cambios no tienen patitas, así que no podemos oir sus pasos. Pero hay veces, en los que los percibimos. Es decir, al menos para mí, cuando hay algo dentro de mí que comienza a arder, presiento que va a venir un cambio que va a doler. Hay cambios que no podemos evitar, pero hay otros que podemos retrasar.  Por otro lado, en uno de esos cambios que como humanos no podemos evitar, se empieza  a sentir una fría ráfaga de viento, lo que nos indica que se avecina una tormenta. Hay momentos en mi vida, en los que se siente como una tormenta, pero no solo porque todo es gris y estruendos...