Cuando era más chica, solía contarle mis problemas al
mar, también me gustaba cantarle. Hay cosas que recuerdo haberle contado, pero
hay otras que se perdieron mar adentro.
Había veces en las que sentía que el agua me
respondía, ya sea enviándome una ola o algún pequeño cardumen.
Por las olas, sentía si el mar estaba o no de acuerdo
conmigo, porque si una ola fuerte y grande venía para intentar ahogar mi idea,
presentía que la misma había sido rechazada por las entidades del océano.
Los días que hacía más frío, solo miraba el mar en
busca de respuestas, o rogándole algún que otro deseo que corriera por mi
mente.
Mis pensamientos solían venir acompañados del ruido de
las olas y también de la fresca brisa que traía consigo el cristalino mar azul.
El sonido entre las olas y la arena entre los dedos de
los pies le traía a la mayoría momentos de tranquilidad; a mí, en cambio, me
abría lugar a reflexionar.
Me pregunto cuántos de mis deseos me habrá concedido el
mar, y cuántos seremos los que perdemos miradas en busca de respuestas en aquellas profundas aguas...
Vos sos tan inmensa como el mar chiqui! Hermoso tu escrito.
ResponderEliminarGracias, Vikii!! =)
EliminarHermoso texto! Me imagino algún deseo...
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