Un elemento en 3 estados. Siempre presente. Escencial. Vida.
Se deja ser soltada por las nubes cuando éstas
no pueden contenerla más.
Llueve.
Tortafritas, unos mates, y a reflexionar sobre
esa persona que era mi agua, y que hoy, parece estar en estado gaseoso,
porque no la veo. Y no porque haya muerto; sino porque decidió alejarse.
Mi ausencia no le incomodó y la suya pareció dejarme
en un desierto sin agua.
Nuestro pasatiempo era sumergirnos en las
profundidades de las aguas que nos rodeaban, en el sentido literal y en el más
metafórico también. Hallar las profundidades de los charquitos de la vida era
una pasión que teníamos compartida.
Hasta que encontró más calma en la superficie
del agua, donde las hojas superfluas van a parar cuando no se animan a hundirse
para aprender a nadar.
En la superficie del agua yacían temas superfluos,
inconclusos, y muchos, muchos, inventos. Pero no de esos buenos que se arman
con una chapa sacada del río, sino de esos que se inventan las personas para simular
ser tan grandes y geniales como un océano.
Hoy quien era
mi compañera de caídas desde el cielo se transformó en hielo. Es fría, distante,
y parece que no quiere volver a refrescarme con su amistad. Y está bien, ya
pasará.
Después de
todo, el agua siempre pasará por los tres estados, y confío que en poco tiempo se
deshielará.
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