¿Cuántos pensamientos caben en una noche de insomnio?
¿Cuántos amores fallidos se recrean en nuestras
mentes?
¿Cuántos episodios de meditaciones guiadas son
necesarias para aclamar al sueño?
Anoche no pude dormir. Me fui a acostar con los
ojos queriendo rozar las pestañas inferiores. Y en cuanto di una última
bocanada de aire antes de sumergirme en los sueños que darían pie a mis cuentos
al día siguiente, fue como si los grillos me hubiesen inyectado una dosis de
cafeína con sus cantos.
Recordé esas palabras de despedida, lo mucho
que me costó dejar esa amistad ir, escuché el sonido de las estrellas y analicé
el tacto de cada hilo de mi sábana.
Y nada, el sueño no aparecía.
Cuando el sol se atrevía a salir, me levanté a
la cocina para ver si por alguna casualidad el amanecer me permitía verlo, sin embargo,
las nubes frustraron mi deseo. ¿Cuántas personas nubes tenemos en nuestras
vidas?
Un pensamiento se engancha a otro y a otro y
así se hicieron las seis. Agarré un libro para intentar acallar las voces de mi
cabeza que me pedían que diera más, que encendiera la computadora y me pusiese
a trabajar. Era el látigo de la autoexigencia pegando de nuevo.
A los 40 minutos dejé el libro y volví a la
cama. La tendí para intentar engañar a mi cerebro con que era la primera vez
que trataba de dormir en el día. Spoiler alert: en vano fue mi esfuerzo.
Seguí dando vueltas y llorisqueando de la desesperación
ante los cantos matutinos de los pajaritos.
¿Por qué todos podían dormir menos yo? ¿Nuevamente
soy la que carga el error?
En los eneros atareados, con listas por doquier
y muchos mails por responder, el insomnio llega para obligarnos a conectar con
nosotros. Nos obliga a reflexionar sobre esas experiencias, esos amores, esos
deseos que no tienen lugar para ser pensados en nuestra cotidianidad.
¿Nadie piensa que todas las ideas quieren ser oídas?
El día siguiente a la noche de insomnio es más
calmo, todo transcurre lento ante el temor de que llegue la noche y suceda todo
el ciclo de nuevo.
Es cíclico. Siempre vuelve.
Te espero paciente
Siguiente noche de insomnio. Me desvela pensar
qué ideas me traerás.
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