Ser como la Luna, pero no llamarse como ella. Eso es algo que creo que todos los seres humanos tenemos en común.
La Luna se muestra de a partes, y nos oculta otras. Ser como la Luna significa permitirse no siempre mostrarse lleno, sino que de a partes, de acuerdo a cómo estemos.
Si bien nos parecemos a la Luna, también es cierto que nos diferenciamos de ella; es decir, ella se muestra ante todos igual, en cambio nosotros según el entorno podemos cambiar.
La Luna es mi compañía en mis desvelos nocturnos; a veces salir a observarla me hace llenarme de calma.
La Luna es mi guía, quizás por eso cuando era chiquita me ponía triste cuando no la veía.
La Luna es un reflejo de lo que somos. La Luna siempre está acompañada: por las estrellas, por la Tierra, por nosotros. ¿La Luna nos acompaña o nosotros acompañamos a la Luna?
La Luna está en muchos aspectos de nuestras vidas: nos identificamos con ella, nos guía, nos abraza con su luz. Pero somos pocos los que podemos mirarla, identificarnos con ella, y sentir paz; quedando bloqueados de todo lo demás. Es ese momento: mi cara, la Luna, mi cara reflejada en la Luna, o yo estando en ella. Depende el día, depende qué tan llena esté yo, depende qué tan llena esté la Luna.
Ser como la Luna es permitirse cambiar; no ser vista, pero aún así estar...
Comentarios
Publicar un comentario