A veces el silencio es usado como excusa para negar todo lo que nos está pasando. Parece ser una especie de escudo que nos protege de la liberación repentina y húmeda de lo que sentimos. Es una manera de poder "hacer nada" sin ser juzgados. Sin tener la necesidad de cuestionar al que permanece en silencio, porque, probablemente, esté teniendo un ruidoso diálogo interno.
El silencio es tomado como algo improductivo. ¿Pero nadie nunca pensó que cuando el cielo está en sus mejores días radiantes, permanece en silencio? Nos deja admirarlo con los ojos bien abiertos; solos, acompañados, o en silencio...
El silencio no es siempre la falta de ruido. Es esa mirada antes de un beso, esa concentración antes de un examen, ese abrazo de despedida con deseo de reencuentro.
El silencio es, quizás, lo más primitivo que existe. Hasta que el ser humano no creó un lenguaje, nada podía quebrantarlo.
El silencio es más fuerte que cualquiera de nosotros; porque a pesar de que se lo rompe a cada rato, permanece ahí: fuerte, ruidoso pero silencioso. Porque de a ratos el silencio contiene más palabras que el propio diccionario.
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