Hay miles de fronteras en el mundo, ¿pero nadie nunca pensó cuántas hay entre humanos? Quitando de lado los aspectos físicos, las fronteras emocionales son aún más fuertes que los límites que un país impone sobre su territorio.
Los exiliados de alma somos cada vez más, pero
no lo tomemos en un aspecto negativo, a veces exiliar permite repensar.
Estoy en un exilio literario, porque tengo un
corazón que no habla el mismo idioma que mi razonamiento.
Estoy en una frontera emocional, porque no sé
si me convence del todo lo que estoy haciendo. ¿La frustración le ganará la carrera
a la pasión?
Estoy en una confusión constante porque no sé
qué le pasa a quien pareció ser mi confidente en los últimos dos años. ¿Será
que necesitamos las dos abrirnos hacia nuevas fronteras?
Hay una frontera entre el invierno y el verano,
y por eso estoy resfriada, ¿La transición de temperaturas no está siendo bien
recibida?
Tengo fronteras que quisiera borrar, como esas
que me limitan ver a mis amigos de Costa Rica, Venezuela, Guatemala y Paraguay.
Tengo muchas fronteras, y esa seguramente sea
la razón por la que me guste mantenerme “neutral”, aunque, ¿se puede lograr
estar en el punto cero exacto de la recta numérica?
Para los que el tiempo nos corre una
carrera, entre plazos, fechas y entregas; ¡bienvenidos a la frontera! Donde hablamos
distintos idiomas, pero nos entendemos de alguna mínima manera. No es tan mala
como la presentan, pero sólo los valientes se atreven a cruzar cielo y tierra
para llegar a ellas…
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