Qué chistoso me resulta el momento de tensión entre: “pasé a 5to año” y la intimindante pregunta de “aah, y qué vas a hacer después?”. Es menos de un segundo de duración, pero siempre le presto atención a los detalles del alrededor de la pregunta. Si no me fallan los cálculos son dos miradas rápidas a los costados, tres choques de las hojas del bananero en un día con un viento considerable; cuatro gotas de lluvia en la baldosa de enfrente y 6 revoloteos de un colibrí.
En ese tiempo pienso ¿Acaso los adultos no se
enteraron que el consultorio del “después de 5to año” se abre en marzo cuando
comienzan las clases?
¿Y qué se supone que te responda en el consultorio?
¿Cómo que qué voy a hacer? Es obvio que lo mismo de ahora pero en otro lugar y
con otras personas.
Voy a seguir siendo yo, cambiante, inquieta y
curiosa. Voy a seguir tomando mate a la tarde y el café lo voy a seguir queriendo
con una cucharadita y media de azúcar.
¿Pero qué voy a hacer después?
No sé y me da miedo, ¿ACASO NO PUEDEN ENTENDER
ESO?; parece que apenas terminamos 4to ya debemos tener una planificación
detallada de “lo que vamos a hacer después.”
Si yo le preguntase a quien me interroga qué va
a hacer dentro de un mes, ¿qué me respondería?
Quizás lo más interesante sea que me cuente de algún
viaje o de una mudanza. A lo cual le diría “vé, las rutinas no cambian tanto en
cuestión de un par de meses”. Lleva más tiempo mudar de piel.
Nadie es capaz de decir con certeza “lo que va
a hacer después”, porque no deja de ser una realidad inventada, quasiutópica y
hasta me atrevo a decir que distorsionada.
¿Por qué en vez de preguntar “qué vas a hacer
después”, no se pregunta “y qué estás haciendo hoy”?
Tengo cosas mucho más interesantes que contar
de los proyectos que estoy llevando a cabo a comparación de explicar de qué
trata una carrera que seguro dan por desconocida.
Después de todo, las serpientes no manifiestan
cuándo van a mudar de piel.
Comentarios
Publicar un comentario